Excelentísimo Señor Rector, Ilustrísimo Señor Decano, estimados profesores y compañeros, en nombre de la Academia de Alumnos Internos de Medicina de esta Universidad, me dirijo a ustedes para agradecerles, en primer lugar, la concesión de este espacio para presentarles un retazo de la vida de nuestra academia.
Señor Rector, es un placer tenerle hoy entre nosotros, un día importante para esta facultad y, en especial, para los Alumnos Internos que toman hoy posesión de su plaza. Señor Decano, en nombre de la Academia, le agradezco que año tras año tenga esta deferencia con los Alumnos Internos de la Facultad. Su compromiso con nuestra entidad es firme, por este motivo quiero agradecerle su apoyo y confianza en todas nuestras empresas.
Mis primeras palabras son de reconocimiento y congratulación para los homenajeados en el día de hoy. Para aquellos que alcanzan su jubilación, los doctores Ardura, Blanco, Castañeda, Palencia y Fernández del Busto, ejemplos todos, de una abnegada labor docente y asistencial; quiero desearles que esta nueva etapa que comienzan haga honor a su etimología y sea un periodo pleno y lleno de júbilo. En cuanto a la Dra. Rocher Martín, espero que sus próximos años estén llenos de éxitos y experiencias gratificantes tanto dentro como fuera de los muros de esta facultad.
Continuaré mi discurso con más palabras de agradecimiento. En verdad, los miembros de la academia somos unos privilegiados, contamos con la simpatía y la atención de una gran mayoría de la comunidad docente de esta facultad, así como con la disposición y atención de los profesionales que nos acogen en sus servicios. Quiero mostrar mi más sincera gratitud, en nombre de todos los alumnos que integramos esta institución, a los equipos de Urgencias de los Hospitales Clínico Univeristario y Rio Hortega; al Dr. Usategui por cedernos su espacio y al Dr. Bermejo por haber hecho posible la ampliación que nos ha permitido mejorar nuestra formación en su servicio del Río Hortega ; a los adjuntos y residentes de los servicios, institutos, laboratorios y departamentos que nos acogen; a la jefatura de estudios y al personal de administración que sostiene el peso de toda la burocracia que estas relaciones entrañan. Son muchos los nombres que ahora recorren mi mente, pero me alargaría en exceso, así que a todos aquellos que son y no están: gracias.
Nuestra estimada academia continúa abierta a todos y entregada a la comunidad docente que la alberga y a la que tanto debe. El curso pasado fue un año intenso, de profundos cambios que se labraron con éxito. La ampliación al HURH constituye el hito fundamental de la presidencia pasada. Sami, compañero y amigo, luchó con ahínco por aquello en lo que creía. Imaginó una academia más cercana, activa y amplia y trabajó con empeño por implicarnos a todos en la consecución de su objetivo, siempre como estandarte ejemplar de dedicación y sacrificio. Hoy, los frutos de su labor son fácilmente visibles. Como era de esperar, para aquellos que le conocemos, Sami no se conformó con esto, sino que sacó adelante cursos y jornadas que pretendían mejorar nuestra formación y la del resto de alumnos y ahondar en aquellas cuestiones que gozan de menos espacio en los programas académicos. Así, se llevaron a cabo con gran éxito los cursos de “Técnicas sanitarias básicas”; “Exploración física básica”, dirigida a los alumnos de 3º, 4º y 5º; “Jornadas sobre sexualidad” y “Jornadas sobre la relación Médico-Paciente”; algunos de los cuales han visto y verán su segunda edición a lo largo de este año.
Mi objetivo es seguir la línea que trazó mi predecesor durante su presidencia. Como vicepresidente adjunto que fui, tuve la oportunidad de aprender de él, así que, aunque me será difícil igualar la impronta de su paso por esta institución, tengo un excelente reflejo en el que encontrar el rumbo cuando crea haberlo perdido. Durante este curso planeamos realizar unas jornadas en las que acercar a los alumnos la práctica cotidiana en el servicio de Urgencias. Para ello esperamos contar con la colaboración de algunos residentes y de los propios alumnos internos con el fin de exponer casos clínicos y desarrollar prácticas sobre diagnóstico radiográfico, bioquímica clínica y otras nociones útiles en Urgencias. Junto a este curso, proyectamos realizar unas jornadas sobre Toxicología.
Por otro lado, estamos diseñando unas conferencias en las que el cuerpo de investigadores de esta facultad tenga la oportunidad de exponernos sus avances y proyectos, así como de explicarnos cómo es la vida laboral de un investigador y qué hacer si deseamos seguir sus pasos. Asimismo, tengo el placer de anunciarles que próximamente verá la luz nuestra nueva Web en la que hemos aunado las competencias de los portales preexistentes y diseñado nuevos espacios que pudieran dar soporte a una posible futura edición digital de nuestra revista. Nuestro compañero David Pérez Torres ha trabajado duramente en ella y desde aquí quiero expresarle mi reconocimiento.
Nuestra revista, tras un número que recogió conjuntamente los artículos de los dos años previos, verá nacer una nueva edición que próximamente estará lista y a su disposición.
Como ven, la academia goza hoy en día de una gran salud. Sus más de cien años lejos de debilitarla la han hecho madura y sabia. Hoy contamos con más de 70 miembros que cooperan en investigaciones en laboratorios e institutos; participan, en mayor o menor medida, en sus servicios y continúan atendiendo sus guardias. Hay un número creciente de opositores, colaboradores y participantes en nuestras actividades. Esto es posible gracias a que un numeroso grupo de estudiantes cree que hay algo más en nuestra formación que las afiladas hojas de los manuales y las sobrias paredes de nuestra facultad, alumnos que apuestan por su trabajo, confían en la Academia y depositan sus esperanzas en el conocimiento que se desprende de la práctica clínica y espera ser aprehendido.
Sé que muchos de ustedes, antiguos alumnos internos que conocieron la academia en otro momento, no lo creen así. Me consta que piensan que nos dedicamos en exceso a la elaboración masiva de apuntes, o mejor dicho, a la transcripción literal de las clases y que nuestro interés, aunque existente, es insuficiente. Aún a riesgo de contradecirme les diré que estoy completamente de acuerdo con ustedes. Ahora bien, les ruego que por unos instantes reflexionen en la realidad del sistema actual; piensen qué valoran cuando se encuentran frente al examen de un alumno; pregúntense si el sistema permite premiar el compromiso; pónganse en el lugar de un alumno interno que abandona sus clases y seminarios de asistencia obligatoria por acudir a un servicio hospitalario y participar en la jornada laboral habitual del servicio; piensen en el trabajo extraordinario que deberá realizar con posterioridad para preparar y estudiar todo el temario del que será examinado. Creo que ninguno de los aquí presentes dudará de que nuestro hipotético alumno tendría una formación muy superior, que sus conocimientos estarían mejor fundados y que éstos serían más sólidos y útiles para el desarrollo de su profesión. Sin embargo, si somos justos, también deberíamos ser conscientes de que sus ausencias serían penalizadas y que la falta de adecuación de sus apuntes a las nociones impartidas en clase se reflejaría negativamente en sus calificaciones. En definitiva, un alumno más comprometido y mejor formado que, sin embargo, dada la rigidez del sistema, lejos de ser premiado se ve perjudicado.
No pretendo, con esto, criticar la falta de adecuación de los programas a la realidad del alumno, ni justificar nuestra dificultad para comprometernos con un servicio. Es la crítica, en su sentido griego original: discernir, separar y analizar, la que hoy quiero traer a este anfiteatro. Por este motivo, creo que el primer paso es juzgar nuestra actitud ante este y otros problemas de la vida académica. No creo útil ni cierto culpar al sistema de esta situación, pues los primeros responsables somos nosotros: nuestra pasividad, competitividad y falta de solidaridad, nos deja solos y agotados para enfrentar los cambios que anhelamos. No existe ningún avance sin que se dé una revolución personal previa. Con esta premisa me dirijo ahora a mis nuevos compañeros. Si deseamos abrir nuevas puertas y crear un nuevo paradigma en el que lo primero, por encima de la promoción personal, sea el avance científico, la atención sanitaria y la formación académica, debemos prepararnos y formarnos para, cuando nos den las oportunidades que ansiamos, no defraudar ni decepcionar a aquellos que confiaron en nosotros.
Para acabar, quiero dedicar mis últimas palabras a los nuevos alumnos internos. Bienvenidos a nuestra academia, desde hoy formáis parte de la vida e historia de esta institución. Os felicito, habéis dado buena muestra de vuestra aptitud, al superar la oposición. Sin embargo, tenéis por delante un compromiso más difícil: demostrar vuestra actitud. Pero no os preocupéis, no estaréis solos, durante vuestra estancia en la Academia encontraréis, como yo lo hice, compañeros que se convertirán en amigos; pacientes que se convertirán en maestros; dificultades que se tornarán metas; errores que os enseñarán la importancia de vuestro trabajo y por último, dedicación que recogeréis en forma de gratitud. Vuestro ejemplo trae a mi memoria y por ende a este discurso aquellos versos de Ezra Pound sobre la usura:
“Con usura ningún hombre tiene casa de
buena piedra
cada bloque pulido y bien trabado
para que el diseño cubra su cara.
[…]
Con usura
ninguna pintura es hecha para durar ni para vivir con ella
sino que es hecha para venderse y venderla pronto
con usura, pecado contra natura,
tu pan es cada vez más de trapos viejos
seco es tu pan como papel,
sin trigo de montaña, sin harina fuerte
con usura la línea se hace gruesa
con usura no hay linde claro
y ningún hombre puede hallar sitio para su morada.”
Manteneos fieles a vuestra generosidad y altruismo pues, como ya sabréis, ninguna de las grandes obras ni avances de nuestro tiempo, y menos en nuestro campo, se consiguieron con usura. Si algo logró la usura fue que olvidáramos nuestros valores y nos ahogáramos en un mar de cifras, intereses, y palabras como “bonos de rescate”, “deuda de riesgo” y otros signos de un sistema enfermo. Por eso os ruego que desterréis de vuestra mente la ley del mínimo esfuerzo, de alcanzar el máximo poniendo lo mínimo y de pagar con cantidad aquello que solo admite calidad como retribución.
Recordad estas palabras de Séneca: “Ad astra per aspera”, hasta las estrellas a través del sacrificio. Grabadlas en vuestro hipocampo y olvidadlas allí para que, cuando en mitad de una guardia, una tediosa bruma de apatía se apodere de vosotros y os lleve a preguntaros: ¿Qué hago yo aquí? , os respondáis: hasta las estrellas por el camino difícil. Esa es vuestra ruta, aquella sobre la que se fundan los principios del método científico; esa en la que os equivocaréis y aprenderéis; aquella en la que el esfuerzo no siempre es reconocido; esa misma que os pondrá a prueba para que os convenzáis de cuánto deseáis vuestro objetivo; aquella que entretuvo a Ulises durante años atracando en puertos improbables, deambulando por lugares imposibles y conociendo lo increíble antes de llegar a Ítaca sabio y enriquecido; pues la senda más hermosa no es la que os llevará más rápido, sino la que os llevará más lejos. Es ese mismo camino el que hoy os trajo aquí y cuyos primeros pasos daréis bajando los escalones que ahora nos separan.
NUEVOS ALUMNOS DE INVESTIGACIÓN
Violeta Esmeralda García Vega
Óscar Soto Angona
Elena Méndez Martínez
Ainara Portela Martín
ALUMNOS INTERNOS DE CLÍNICAS
Marta Nielfa González
Cristina Pindado Ortega
Patricia Ruiz Bueno
Rebeca Sigüenza González
Marta Cimavilla Román
Hugo Bermejo Morales
Paula de la Torre Vélez
Pilar de Ponga López
Eva Alonso Calderón
Ángela Palenzuela Blasco
Pablo Fernández González
Irene Teresa Martín Morquecho
Ana Abarquero Diezhandino
Patricia Mimoso Bartolomé
Susana Ochoa Vilor
Pablo Cubero Moráis
María Jesús Estébanez Elguezábal
Francisco JesúsGalván Román
Nuria Puente Ubierna
Beatriz Bendito Guilarte
Diego Domínguez Conde
Juan García Martínez
David Pérez Torres